En esta historia nos encontraremos con un hombre que no era muy querido en su ciudad; y la razón era que Zaqueo era el principal recaudador de impuestos para los romanos y también era un estafador. Se hizo bastante rico porque mientras estaba haciendo su trabajo recaudando impuestos, siempre hacía trampa y cobraba más para poder acumular riquezas para sí mismo.
Ahora, Jesús y Sus discípulos se dirigían a Jerusalén y pasaban por la ciudad de Jericó, donde vivía Zaqueo.
En aquel día, Zaqueo miró a la carretera que entraba en Jericó y vio a una multitud de personas viniendo en su dirección. Él no sabía que Jesús venía, pero una gran multitud se estaba reuniendo porque todos querían verlo.
Cuando descubrió lo que estaba sucediendo, quería desesperadamente ver a Jesús, pero la multitud estaba bloqueando su visión. Siendo un hombre bajo, no podía ver a las personas más altas frente a él, e incluso quedando en la punta de los pies, todavía no podía ver lo que estaba sucediendo.
Así que tuvo una idea, corriendo delante, se subió a un sicómoro para verlo, porque había de pasar por allí. No le importaba si parecía tonto haciendo eso. ¡Sólo quería ver a Jesús!
Y así fue, Jesús pasó directamente por allí y cuando llegó cerca del árbol, Él miró hacia arriba y dijo: “Zaqueo, date prisa y desciende, porque hoy debo quedarme en tu casa.”
«¡Guauu! Zaqueo pensó para sí mismo, ¿cómo sabe mi nombre?» ¡Pero Él lo sabe! ¡Y Él quiere venir a mi casa!
Zaqueo estaba tan feliz que apenas podía creerlo, por lo que bajó del sicómoro lo más rápido que pudo, llevó a Jesús a su casa y lo recibió calurosamente en su hogar. Pero la gente se quejaba y se preguntaba cómo podía Jesús ir a la casa de un pecador tan grande. Y no estaban muy felices por eso.
Ellos habían pasado todo el día bajo el ardiente sol siguiendo a Jesús, y ahora Él había elegido quedarse en la casa de Zaqueo, el recaudador de impuestos deshonesto. Entonces, comenzaron a criticar a Zaqueo y muchos decían: «¡Este hombre es un gran pecador!» Y alguien más dijo: «¡Engaña y roba a su propio pueblo!»
Zaqueo oyó lo que la gente estaba diciendo sobre él y sabía que tenían razón. Ahora que Jesús era un invitado en su casa; él reconoció cuan malo que había sido y tuvo un gran deseo de hacer las cosas bien.
Entonces le dijo a Jesús: “¡Escucha, Señor! ¡Daré la mitad de todo lo que tengo a los pobres! ¡Y si engañé a alguien, le pagaré cuatro veces más!
Jesús le dijo a Zaqueo, ¡hoy ha llegado la salvación a esta casa! Lo que estabas haciendo estaba mal, pero ahora has hecho la cosa correcta. ¡Estabas perdido, pero ahora has sido salvo!
¡Todos sabemos que Jesús vino a buscar y salvar a los perdidos! Es por esto que Dios envió a Su Hijo Jesús a venir a la tierra.
Para encontrar a los que no conocieron a Dios y se perdieron, y para mostrarles quién es Dios, para que puedan arrepentirse y ser perdonados y un día vivir para siempre en el cielo con Él.
¡Jesús también te conoce! Jesús te conoce por tu nombre, así como Él conocía a Zaqueo. Él quiere venir y decirte cuánto te ama. Él quiere contarte las buenas nuevas de la salvación.
!Todo lo que tienes que hacer es invitarlo a entrar!
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